viernes, 28 de junio de 2013

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martes, 18 de junio de 2013

Mi Odiada Amante

Mi Odiada Amante… recorrí pantanos, arroyos y barrancos en busca de las flores mas feas que hicieran justicia a lo maldita que eres conmigo. Bajé al mismo infierno a levantar las piedras donde sufren mil muertes distintas los condenados, creyendo que entre tanto dolor la belleza no podría brotar en flor alguna y cual sería mi sorpresa que traicioneras las flores se volvían contra mi deseo al encontrar en el brillo de mis ojos tu esquiva sonrisa y adivinar en mi determinación y atrevimiento que cada flor sería para ti.  En cada sitio fue igual, al saber para quien estaban destinadas, las flores más espantosas y desgraciadas adquirían energía, belleza y alegría, de la misma manera como tu presencia las ha traído a mi vivir, a ese diario deambular de tu esencia en mis pensamientos, a esa incertidumbre que matiza cada mañana, tarde y noche de ausencia tuya en mi lecho.  Si, ahora lo percibo con la claridad del fugitivo que ve en la muerte el escape definitivo. Una de las formas que eres maldita conmigo, ha sido volverme adicto a ti, a tus besos, a tus mohines, a tus dulces golpes y fingidos malos tratos, adicto por completo a la miel de tu cuerpo, al olor de tu piel y al sonido de tu voz en mi oído, un junkie cualquiera que disfruta cada minuto de charla contigo e incluso goza masoquista cada segundo de pleito, porque espera con anticipado placer la deliciosa reconciliación que viene después.  Así, viendo que había fracasado en mi intento, escogí estas flores robadas del mismísimo infierno, van matizadas con su fuego y embellecidas por decisión propia solo para ti, mi querido ente infernal y divino…

Ayer fue un aniversario mas de nuestro adiós


Ayer fue un aniversario mas de nuestro adiós… y sin importar los millones de segundos pasados desde entonces, no he terminado por acostumbrarme a tu ausencia. Aun me sorprendo sonriendo con tu recuerdo, sea a propósito que lo traigo a mi mente o provocado por alguna señal que dispara tu nombre en mi cabeza de forma inmediata. A veces es una estrella en el firmamento mientras estoy al volante y volteo mi vista hacia la inmensidad del techo estelar, solo para encontrarme con una de esas noches de pocas luces siderales y muchos anhelos; otras, es una imagen en el ciberespacio, tierna y bella; o bien una muñequita refugiada en una caja de música, que giró por unos instantes solo para mi, al compás de una melodía mientras curioseaba en una tienda, un fin de semana cualquiera. Disfruto enorme esos momentos barnizados de nostalgia, en los que tu voz llega a acariciar de nuevo mi oído y me platica como se mueven en otoño las hojas secas a la orilla del río o como estaba tu cielo esa mañana que pensándome, despertaste en tu cama.  Si, ha pasado otro año mas, otro cumpleaños sin felicitación; uno, dos, tres mensajes mas al vacío, 100 soldados blancos mas en mi cabeza y una espera que amenaza extenderse cada vez mas y mas.  El otro día te sentí detrás de

Me he acostumbrado a tus partidas casi tanto como a tus regresos


…Me he acostumbrado a tus partidas casi tanto como a tus regresos…que es nada, y mucho menos me hago a la idea de tus ausencias. A veces te despides diciendo que será la última vez que lo hagas y es tan sentida tu despedida que ¡La creo! y así de sincero es el adiós a besos y anticipada nostalgia que te expreso. Mas el verte aparecer de nuevo es ¡Tan maravilloso!, que de un golpe se borra el tiempo que semi-muerto añoro tu presencia y preparas sin saberlo tu regreso. Las mariposas vuelven, el cosquilleo ataca y la alegría inunda cada centímetro de nuestros cuerpos, y por el tiempo que haya de durar esa vez, dejamos que la magia del amor nos funda en un abrazo íntimo y miles de besos…

Usted dice que el espacio se mide en deseos de verme.


Usted dice que el espacio se mide en deseos de verme y no encuentro la fórmula algebraica para refutarla, aunque en el fondo, sepa que miente; así como usted no podrá desmentirme cuando afirmo que de silencio y distancia se alimentan las ganas o se mueren de hambre. A las suyas las veo muy bien alimentadas desde aquí.  Acá entre nos, para mí la distancia es solo pretexto para acariciarla con los dedos de la imaginación, así como el silencio es solo su excusa para negar que encabezo su lista de venenos por probar. No mentiré en algo, usted tiene los silencios más hermosos del mundo, de esos que se antojan para robárselos por las buenas o por las malas.  Aunque evite sus ojos de luna, nada impide el viaje del rayo sensual de su mirada en una fotografía o por debajo de mis párpados cuando pensarla no quiero, ni debo. Y ahora que lo pienso, ¿por qué le estoy hablando de usted?, ¡ah sí!, usted lo sabe y lo sabe quien esto escribe, yo puedo hablarle de usted en cualquier momento, incluso cuando mi lengua esté de irrespetuosa ahí donde brotan sus piernas y rompo de una sola vez, todos sus silencios y despistes.  Ahora que salen al tema sus piernas de estambre, sépalo, que como yo, nadie le haría nudos gordianos alrededor de una cintura a esos cordones de audífonos de bolsillo que la cargan a todos lados. Si las matemáticas no se me dan, la mercadotecnia menos

jueves, 6 de junio de 2013

Corazones Rotos

El teléfono celular empezó a ladrar a media madrugada, como advirtiendo a su dueña que un intruso trataba de entrar a la casa en forma digital. Vibraba y sonaba, moviéndose como un vigilante electrónico, en contra de su voluntad, Ella estiró la mano en la penumbra para callarlo y en el trayecto encendió la lámpara que usaba para leer en las noches. Atrapó el teléfono con la mano estirada y antes de acercarlo, un nombre le arañó la memoria, El. Unas horas antes habían tenido una pelea más por el motivo de siempre; sus celos irracionales, su manera enferma y torcida de amar. Se despidieron odiándose un poco más y necesitándose un poco menos. Por fin había tenido el coraje para terminar su relación y debía sentirse feliz, no tan desgraciada. Al separarse de él, se había sentido como si le hubiera arrancando un pedazo del alma.

Cansada de llorar se había quedado dormida, con su pecho buscando consuelo contra la almohada y su brazo estirado intentando calentar al fantasma en el lado vacío de la cama. En el décimo ladrido del teléfono estaba alerta y tan inquieta como si estuvieran aporreando la puerta de entrada, en la pantalla electrónica identificó el número de teléfono y sintió una navaja apuntando a su vientre.


—Bueno, dijo su voz contraída.